Hermano gemelo del anterior “From the white light of the mouth of the infinity” (1991), con el que forma el díptico de “Los Discos de los conejos”, se puede hacer paralelismos más que evidentes con el The Good Son” (1990) de Nick Cave, por el que muchos le crucificaron debido al cambio tan brutal hacia sonidos aparentemente más amables y barrocos que llevaría a cabo en esa genial obra.
Para el caso que nos ocupa, difícil no caer también subyugado ante el torrente de belleza turbadora con la que arremete Michael Gira, mediante un giro hacia terrenos sin la asfixia de sus obras capitales, como “Cop” (1984), pero con la misma energía mutada en un diferente pelaje. Poniendo otra vez el cuchillo en el cuello, pero esta vez, desde las sombras y con la cara descubierta, Gira nos abre su alma a través de una colección en la que el amor está por encima de todo, y en todas sus formas. Pocas canciones más hermosas que el final acústico, casi acapella, de “Ain´t no cure for the lonely” se pueden escuchar hoy en día, con versos tan desgarradores como “We were born with our face to the wall We only have one chance to crawl When we laid down there I held your hand And never feel your body again”, y convivir con los ritmos industriales de “Amnesia” con tanta naturalidad.
Todo dentro de un universo que a primera escucha puede parecer monocorde, en posteriores audiciones se vas mostrando, con entidad propia, cordajes rítmicos, cuerdas de solemnidad apabullante y las profundidades vocales de un Gira, más sabio que nunca, que se deleita regocijándonos con el canto desbocado de vida de “Love of life”, impensable dos discos antes, dejándonos momentos inolvidables para Jarboe por medio de la majestuosa “The Other side of the world”.
Disco indispensable para tener una instantánea más panorámica de Gira y los suyos, desde hace mucho tiempo Swans tienen la llave, gracias a obras como esta, para abrir el cofre de la música más excitante y peligrosa de los últimos treinta años. Chapeau.
Para el caso que nos ocupa, difícil no caer también subyugado ante el torrente de belleza turbadora con la que arremete Michael Gira, mediante un giro hacia terrenos sin la asfixia de sus obras capitales, como “Cop” (1984), pero con la misma energía mutada en un diferente pelaje. Poniendo otra vez el cuchillo en el cuello, pero esta vez, desde las sombras y con la cara descubierta, Gira nos abre su alma a través de una colección en la que el amor está por encima de todo, y en todas sus formas. Pocas canciones más hermosas que el final acústico, casi acapella, de “Ain´t no cure for the lonely” se pueden escuchar hoy en día, con versos tan desgarradores como “We were born with our face to the wall We only have one chance to crawl When we laid down there I held your hand And never feel your body again”, y convivir con los ritmos industriales de “Amnesia” con tanta naturalidad.
Todo dentro de un universo que a primera escucha puede parecer monocorde, en posteriores audiciones se vas mostrando, con entidad propia, cordajes rítmicos, cuerdas de solemnidad apabullante y las profundidades vocales de un Gira, más sabio que nunca, que se deleita regocijándonos con el canto desbocado de vida de “Love of life”, impensable dos discos antes, dejándonos momentos inolvidables para Jarboe por medio de la majestuosa “The Other side of the world”.
Disco indispensable para tener una instantánea más panorámica de Gira y los suyos, desde hace mucho tiempo Swans tienen la llave, gracias a obras como esta, para abrir el cofre de la música más excitante y peligrosa de los últimos treinta años. Chapeau.
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