De discografía escasa, pero esencial para entender el nacimiento y desarrollo del slowcore, entre sus dos imprescindibles lps “Frigid Stars” (1990) y “The White Birch” (1994), nos obsequiaban con la lógica continuación del primero y, endulzaban la espera antes del cataclismo de belleza helada y dolor del último. Un paseo desolador, marcado por la batería fúnebre de Chris Brokaw – guitarrista también de los imprescindibles Come-, un bajo pesado, leeeento y tremendamente físico y el mantra eléctrico preñado de una melancolía sangrante, de las seis cuerdas de Doug Scharin, consiguen argumentar un discurso forjado desde lo más hondo de las miserias de Immerwahr, que canta desde una calma pausada, mascando las palabras, dándoles su mayor expresividad gracias letras tan sencillas, como contundentes, como las de la joya de la corona “Hard To Find” de este cuadro de trazos desérticos, pero trazados con pincel firme -“ A Goof friend is hard to find, i found you, will you be mine”-. Al abrigo de esta piedra al cuello, nos podemos lamer las heridas con los arrebatos tejidos de emoción cortante en “Barely Real” y “Jr”. Piezas maestras que son la prolongación de “Realize”, apertura a camara lenta, como no, que pone desde el primer acorde de este viaje, al interior del alma, las cartas sobre la mesa con sus estremecedores cinco minutos sin red. Como perfecto final, echa una mano el gran Dave Grubbs con una pieza de piano –“W”-, que parece dirigida por la varita de Immerwahr, en todo momento, y que le hace hace el pasillo a “Promise of Love”, genial versión del tema de los gravemente infravalorados y desconocidos Mx-80 Sound. Para entendernos más fácilmente, si te encantan los primeros discos de Low, caerás rendido ante este despliegue de humanidad arrastrada, hasta los límites de unos sentimientos expuestos en carne viva.
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