La progresiva ascensión de categoría de los de Liverpool quedaba sellada en clásicos del noise-pop, como el que nos ocupa, y en el que consiguen erigirse como la alternativa real a dos de sus influencias más evidentes, My Bloody Valentine y New Order. En este caso se nota más la sombra de los mancunianos, gracias a esa base rítmica ágil, fibrosa y altamente adictiva.
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