Este es uno de esos discos de los que son difíciles de asimilar cuando los escuchas por primera vez, por inesperados. A mí me pasó en uno de esos momentos en los que un trozo de vinilo se acaba convirtiendo en tu mejor compañía.Auténtico pildorazo pop de consecuencias irresistiblemente euforizantes, David Feck llegó a su cumbre personal con un muestrario con algunos de los himnos más apabullantes y menos reconocidos del indie de la década pasada. La emoción desbocada de “Why i try to look so bad”, la contundencia de “The Kids at the club”, la intensidad arrebatadora de “She never understood”, ese respiro con la belleza turbadora de “Don’t fall in love if you want to die in piece” (uno de los títulos más difíciles de olvidar que yo recuerde) o el final al trote de la aplastante “Realistes” son algunos de los momentos inolvidables de este tour de force, del que no sobra ni un segundo, de un recorrido a la altura y en la onda de los Wedding present del “George Best” (1987) o el “Bizarro”(1989) mezclado con la intuición melódica de los Televisión personalities del reivindicable “Privilege” (1989) dando como resultado la versión británica de los últimos Superchunk.Casi nada.

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