Último disco antes de la decisiva llegada de Brix Smith a la formación, que coincidiría con la mejor época del combo de Manchester, la que va del “Perverted by language” (1983) hasta“I am a kuriuos oranje” (1988). y que de manera muy parecida a lo que provocó la llegada de Jarboe a los Swans, grupo con el que tienen un buen número de puntos en común, ampliaría sus horizontes sonoros, en este caso hacia una mayor abertura a terrenos más poperos. Volviendo al lp que nos ocupa, aquí ya tenemos la perfecta antesala de la piedra filosofal de su discografía, los imprescindibles “The Wonderful and frightened world of the fall” (1984) y “This Nation’s saving grace” (1985) en estos primeros años de vida de una de las bandas más influyentes de la historia. Originarios de la ciudad de donde salieron coetáneos suyos como Joy División, New Order y The Smiths, siempre han quedado en un injusto segundo plano, desde el que Mark E. Smith ha lanzado puyas explícitas a Morrisey “C.R.E.E.P” del “Bend Sinister” (1986) o a toda la escena de Madchester “Idiot Joy Showland” del “Shift-work” (1991). Siempre irreverente y escapando de las modas del momento, no le deben nada a nadie, la mente inquieta de Smith trabaja desde una libertad total para expresar todo lo que lleva dentro, que es mucho. Ya sea abrazando el punk; post-punk, tecno, electrónica, dance-rock, avant-garde o cualquier cosa que se le pusiera por delante han ido construyendo un bunker impenetrable de música convulsa, auténtica y en continuo movimiento, del que este “Hex Induction Hour” es uno de sus pilares más consistentes. ¿Cómo suena esta obra arrebatada?, pues como un animal rabioso que se te abalanza a la yugular, para no dejarte escapar hasta que acabas desangrado ante este artefacto de post-punk salido de las cloacas. Porque este disco suena como una “Jam session” en la que sus integrantes están en perpetuo trance, desde la base rítmica repetitiva y salvaje del binomio percutivo de Karl Burns y Paul Hanley, que abren los espacios para que se cuelen teclados enguarrados, guitarras desquebrajadas y un Smith de lírica políticamente incorrectísima, que va dejando un rastro maloliente de inconformismo en todos los temas del album. Destacan la fábula desquiciada de “Jawbone & the air-rifle”; la rabia crispada de “The Classical” o la crítica despiadada de “Deer dark”, las cuales, son algunas de la muestras de un temario, sin desperdicio, escrito con la pluma envenenada, de un tío que debe de esperar a tener almorranas para ponerse a componer. Peligrosos y sin correa.
Aprovecho para avisaros, que durante estas dos semanas, haré una revisión del combo mancuniano, el cual se me antoja imprescindible para entender todo lo que le ha pasado al pop, desde el nacimiento del punk hasta la generación actual, guiada por los designios que marca Internet. Centrado en discos que, como el “The Unutterable” (2000) o “Shift-work”(1991), explican a la perfección su evolución musical, todo esto, espero que sirva para reivindicar unos lps, de gran valor, que siempre han estado a la sombra, injustamente, de sus obras maestras de los ’80.
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