Tiene que ser realmente jodido ser más conocido como el grupo de pasatiempos de tu ex-pareja - Janet Weiss, batería de las tristemente separadas Sleater Kinney- que por tus propios méritos. Jodido, cuando, aún por encima, entregas algo tan especial como lo que nos ocupa. Porque Sam Coomes es uno de esos geniecillos del subsuelo que nunca marcará tendencias en el devenir de la historia de la música, pero sabe perfectamente lo que el oyente busca, cuando lo único que le importa es que le remuevan el estomago con algo verdadero y, de paso, pueda pasar el resto del día con una sonrisa en la cara. Para definir la música de Sam Coomes, no se me ocurre mejor manera de que os imaginéis a su antiguo compañero en Heatmiser, el difunto Elliot Smith, montando una banda Lo-fi junto a Lowenstein de Sebadoh –en su época de Bakesale (1994) y el injustamente tiroteado “Harmacy” (1996)- , le añadimos unos puntuales coros femeninos, y nos da como resultado esta pequeña joya de pop arrebatado, que gira en torno al arsenal de teclados, estilo años sesenta, con los que propulsa su temario el bueno de Coomes. Aquí hay un buen lote de razones para enamorarse de esta obra, pelín imperfecta – de las dieciséis canciones, le quitas cuatro y te sale una obra genial-. Solo hay que dejarse llevar por ese trio inicial, embriagador – “Our Happiness Is Guaranteed”, “I Never Want To See You Again” y “Poisened Well”-, por el que hasta el mismo Elliot Smith hubiese matado. Pero hay más: Esa miniatura de pop multiforme y cantada por Weiss –“ Tomorrow You’ll Hide”; La Inyección de teclados enguarrados, de baja fidelidad, en el cromosoma del “Pet Sounds” (1966) de los Beach Boys -“I Give Up”-; El emotivo instrumental que finaliza el disco –“Only Sucess Can Fail Me Now”- o la tensión, en subida, gratificante de “ Nothing From Nothing”. Motivos, más que suficientes, para rescatar del estercolero de los objetos perdidos este trozo de música viva, evocadora de épocas pretéritas- los ’60- , pero practicada con una visión atemporal - gracias a ese amaterismo impostado, pero encantador, y que deja el espacio de año de nacimiento de su DNI en blanco-, y darle una oportunidad. Se la merece.
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