Una de las bandas más importantes de la vanguardia musical de los últimos treinta años. Llevando el calificativo de “Arty” hasta sus últimas consecuencias, por sus discos desfilaban pintores o artistas de performance como Winston Tong, crearon un universo propio, en el que todo lo que pudiera aportar algo nuevo a la visión panorámica que tenían de la música, servía. Un concepto unitario de todo los tipos de arte, reflejado a la perfección en una música abstracta que, en los temas instrumentales, llegaba a provocar sensaciones comparables a la admiración de un cuadro, borracho de pinceladas penetrantes y sugestivas. Sin embargo, cuando los temas eran cantados, las emociones se concretaban en algo más físico y directo -“Loneliness”-, pero sin perder un ápice de riesgo ni valentía en su propuesta. Picando tanto del legado berlinés del tándem Bowie- Eno – “Fifth Column”-, como del jazz posmoderno -“Km”- se va trazando a lo largo de este alimenticio recorrido un viaje expansivo de libertad expresiva que, igual nos deja por el camino proto-punk robotizado -“59 to 1-” como post-punk filtrado por capas sintetizadas en “What To Use”.Pasando por parajes sin señalizar en los mapas, nos vemos impregnados de sensaciones nuevas y turbadoras por culpa del saxo etéreo de “Nazca”, el mimetismo perfecto entre sintetizadores intoxicados de malrollismo con el violín estridente de Reininger – “Tritone” y “Solo Vivace”- , y la repetición viciada –“ Seeding The Clouds”- o a ritmo de letanía – “7 Years”- . Toda una experiencia que nos lleva a la cuenta, tras escucharlo, de lo difícil que será, volver a estar tan cerca del concepto global de “Obra de arte”, dentro de las lindes musicales.
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