Una de las primeras pruebas constatables de los orígenes del twee-pop. Pocas veces un género musical quedó tan perfectamente definido como en estas cuatro joyas. Todo un canto a la sencillez, y en el que, partiendo del gen rítmico de los Ramones, se van acoplando coros sesenteros acompañando a la dulce voz de Amelia Fletcher – luego líder de los también deliciosos Heavenly-. Estamos ante una demostración de como algo tan directo y pegadizo – términos que casi siempre van acompañados de la denominación de fugacidad, cuando hablamos de pop- acaba por elevarse a la categoría de inolvidable. Esto es posible gracias a la inocencia irresistible del momento que, queda capturada en cuatro chutes de vitalidad irresistible: El clásico “Beatnik Boy”; la bailonga “My Best Friend”; el punk acaramelado de “Steaming Train” y esa preciosidad velvetiana llamada “Just A Dream”. Pequeños grandes placeres.

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