La introducción perfecta al universo sonoro de los escoceses. Después de parar el tiempo con el visionario “Psychocandy” (1985), y dar un salto mortal hacia terrenos donde el vértigo desaparecía y abrazaban una aparente calma balsámica en forma de pop de trajes acústicos, en el supremo “Darklands” (1987), llega este respiro en el que toman cuenta de sus años de gloria, con una colección de intuición asesina en la que aparecen resumidos los últimos treinta años de rock bajo un discurso, nuevo, repleto de nervio, distorsión y estribillos perfectos, Un conglomerado de rock & roll – “Bo Didley Is Jesús” , música surf – “Kill Surf City”- y pop musculoso –“Don’t Ever Change”- envuelto en noise radioactivo, que provoca espasmos de placer. Versiones como las de los Beach Boys -·”Surfin’ USA”-, Can –“Mushroom” y Bo Didley –“Who Do You Love” dan fe del amplio espectro abanico de influencias entre las que se movían los hermanos Reid. Como ya dije en una ocasión, el verdadero nivel de una banda se encuentra en sus caras B de singles, descartes y rarezas – no hay más que echar un vistazo a los descartes de The Cure, Smiths o New Order- y aquí hay mucha grandeza. De tan coherente suena esta recopilación, que acaba sonando como un hipotético tercer doble lp donde la variedad del crisol sónico serviría como hilo argumental a este discazo, si lo viéramos como un album de estudio. Singles de la contundencia rítmica de “Sidewalking” – hecho especialmente para la ocasión- o el primitivismo ruidoso de sus orígenes en “Upside Down” coronan esta veintena de dardos envenenados al sistema nervioso en el que no hay un puñetero gramo de paja, y donde cañonazos del calibre de “Happy Place”, “Head” o “Just Out Of Reach” dan buena fe de que estos brujos del ruido no sabían lo que significaba el término “Indiferencia”. Este pedazo de disco es una de las pruebas más constatables del calambrazo que le pegaron al cadáver del rock para darle una nueva vida, en la que el peligro, la experimentación, el descaro y el vértigo fueron las máximas de grupos inolvidables como estos escoceses, Sonic Youth o los irlandeses My Bloody Valentine. Brutal.
Si os quedáis con ganas de más, os recomiendo, de corazón, el mucho más completo, extenso, aunque menos regular e impactante “The Power Of Negative Thinking: b sides and rarities” (2007)- en este caso la radiografía es de toda su trayectoria- y la imprescindible recopilación de singles “21 Singles 1984-1998” (2002) como dulce epitafio de un combo imprescindible, siempre estimulante e influyente como pocos.

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