Tras haber hecho el monumental “Red House Painters (Rollercoaster Album)” y el espléndido “Red House Painters (Bridge Album)” en el mismo año, y en plena resaca, tras la demostración de talento más espectacular que se haya hecho dentro del folk de los últimos veinte años, nos llegan los últimos destellos de ese momento único, enfrascados en cinco temas que, vuelven a cortar la respiración de tanta belleza y desolación. Una Belleza siempre mostrada a camara lenta, para poder captar cada ligera variación de las cuerdas vocales – excepto en la instrumental escondida al final del disco-, forjadas en los hornos de la emoción más pura, de un Mark Kozelek que suena a eternidad en todo momento. En este pequeño gran paso, vuelve a demostrar su genio para las versiones - venía de hacer una increible del “I Am Rock” de Simon and Garfunkel y, más adelante, en solitario haría un disco entero sobre originales de ACDC- con la total descontextualización musical del “Shock Me” de Kiss y convirtiéndola en una pieza de slowcore celestial palpitante de nervio, de la que se saca de la manga una segunda variante, guiada por un piano ceremonioso y entre brumas de folk hogareño – al igual que había hecho con “Mistress” en el “Rollercoaster Album”- . No podemos pasar por alto dos momentos del magnetismo de “Sundays and Holidays” y “Three legged Cat”, las cuales, acababan de darle la categoría de imprescindible a esta constatación del magisterio de un Kozelek incontestable, e imprescindible, en una época en la que llevó el brillo del folk a unos límites de belleza sobrecogedora, a los que ni él mismo, ni nadie más ha vuelto a llegar.
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