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ruido de fondo
lunes, 11 de marzo de 2013
sábado, 9 de marzo de 2013
200 DISCOS DE BOLSILLO: 1977-91 UNA HISTORIA ALTERNATIVA EN FORMATO PEQUEÑO
Tic, Tac,Tic, Tac...No lo olvides, un día menos en el calendario y podrás disfrutar de más razones para poder llenar tu discoteca de nuevos tesoros. Para seguir abriendo boca, aquí tenéis otro listado de bandas que podréis remememorar o descubrir entre las páginas del libro: Einstürzende Neubaten, The June Brides, The Wolfhounds, Stereolab, DNA, Teenage Jesus and the Jerks, Earth, Nurse with Wound, Soft Cell, Fad Gadget, The Weirdos, Camper Van Beethoven, Violent Femmmes, Magazine, Echo & the Bunnymen, Morrisey, Asphalt Ribbons, American Music Club, Superchunk, Yo la Tengo, Big Black, The Jesus Lizard y un buen lote más. !Si hasta Mark E. Smith te lo recomienda!
viernes, 8 de marzo de 2013
200 DISCOS DE BOLSILLO: 1977-91 UNA HISTORIA ALTERNATIVA EN FORMATO PEQUEÑO
La semana que viene sale a la calle mi primer libro, "200 Discos de bolsillo: 1977-91 una historia alternativa en formato pequeño". Idea sacada de la misma sección de este blog, hago un recorrido por la edad de oro de la música independiente, recorriendo del punk a los orígenes del post-rock mediante una selección de 200 ep's y singles, correspondientes a otras tantas bandas emblemáticas o a reivindicar de aquellos años. Fugazi -en la foto-, Swans, Billy Bragg, The Clash, Mars, Sonic Youth, The Undertones, Eyeless in Gaza, Unrest, Half Japanese, Beat happening, Mission of Burma, Wipers, Prefab Sprout, The Associates, Spacemen 3, Wire, My Bloody Valentine, Kitchens of Distinction, The Pop Group,John Foxx, Suicide y muchos más protagonistas de un época irrepetible, a través de unas obras demasiado olvidadas.
sábado, 12 de enero de 2013
HIMNOS EN LA NEVERA: Scratch Acid "Cannibal"
Sacrosanto montículo del post-hardcore ochentero. Amiguitos del Sr Albini. Y vaya si se nota...
LA DISTORSIÓN INTELIGENTE: Scratch Acid
Surgidos en desde los aires
desérticos de Austin, Texas, Scratch Acid fueron un providencial borrador de los posteriores The Jesus Lizard.
Muchos más que una semilla de su proyecto más conocido, los tejanos comienzan a
dar sus primeros pasos en 1982 mediante una primera alineación en la que aún no
aparece el indomable David Yow como frontman.
Despegando definitivamente el día
que Steve Anderson deja el grupo para embarcarse en una sorprendente aventura
por el mainstrain más maloliente como director musical en las giras de Kilie
Minogue, entre otras desfachateces, en su lugar, Scratch Acid encontrarán a Yow
como su bestial cabeza de león.
En la línea de los grupos de
Chicago, como Big Black y Naked Raygun, Scratch Acid suenan más amenazantes que
reivindicativos con esa frialdad rítmica de espectro industrial. Una conexión
que les daría impulso para pasar su rodillo de punk-noise por diferentes ramas
de los orígenes del rock del pasado, por medio de los que dejan su sello a cal
y fuego a través de su debut homónimo en 1984: A ritmo de blues lacerante - “Mess” -; de rockabilly
mugriento - “Monsters” -;
bajo ondas de Metal enfermo en “El
espectro” y “She Said”; y envueltos entre capas de cuerdas
sintetizadas - “Owner’s Lament”
-, Scratch Acid dejan claro que su discurso no se limita a la
monotemática estilística preponderante en la mayoría de combos punk. Un
discurso que queda reflejado en un debut que suena a todo menos a disco
primerizo.
Las diferentes formas que le dan
a sus cañonazos de rock atómico, junto al carisma intimidante de David Yow - un
animal revolcándose entre espasmos de ruido sin correa - ponían a los tejanos
oliendo el rastro de excelencia de Hüsker Dü o Minor Threat. Una grandeza que
pronto perdería lustre el día que publican su primer largo, “Just Keep Eating” (1986).
Decepción en toda regla, Scratch
Acid se equivocan en todas las decisiones tomadas en este álbum. Ya sin rastro
del sonido mecanizado de su primer disco, empachados del pulso asilvestrado de
The Birtday Party y sin la capacidad para mutar de piel como en el anterior. “Just Keep Easting es un disco fallido,
viniendo de quien viene, y en el que llegan a recordar a los peores Faith No
More - “Albino slug” -. Aun así, podemos sentir el vértigo de antaño a través
de momentos como el funk desfigurado que propulsa “Cheese plug”; el punk
caníbal en “Eyeball”; la carnicería sangrienta de “Big bone lick” y el
psychobilly alucinado de “Damned for all time”. Cuatro momentos que dejaban un
halo de esperanzas para el futuro y salvan de las quema a este paso en falso.
Tras “Just Keep Eating”, Yow, David Wim Simms, Bret Bradford y Rey
Washam dejan Rabid Cat, sello discográfico del que nunca recibieron un dólar, para
fichar por Touch & Go. Cambio hacia una casa que sabe ver su gran
potencial, Scratch Acid aprovecha la ocasión para volver a los pastos
inspirados de su debut con “Berserker” (1987),
un ep compuesto con media docena de salvajadas en las que acentúan el peso del
Metal, eliminan rastros de rockabilly y recuperan la dinámica imparable de su
base rítmica. Sin llegar a los niveles de “Scratch
Acid” (1984), aun así, recuperan el crédito con un disco notable y hasta se
cuelan en el número siete de las listas independientes británicas.
Aprovechando su mayor
reconocimiento fuera de los límites americanos, Yow y compañía se embarcan en
una gira por Europa desde la que, cansados de vicisitudes, en Mayo de 1987
anuncia una retirada, que más bien será temporal.
Tras echar el telón a Scratch
Acid, Simms y Washam forman Rapeman con Steve Albini, Bradford se desliga del
trayecto de sus compañeros y Yow se dedica a esperar a los dos primeros para
dar vida a The Jesus Lizard. Una banda tan continuista que el cambio de nombre
original del grupo debió de obedecer a un simple capricho de sus integrantes.
Ya a raíz de esta nueva aventura, Yow y los suyos conseguirán transcender en la
escena post-hardcore de los ’90 con la fuerza de un elefante con sobredosis de
Micebrina. Pero eso ya es otra historia, más grande.
miércoles, 17 de octubre de 2012
RADIOGRAFÍAS: Family
Family:
El mito
El culto más
justificado de estas dos últimas décadas dentro del pop español,
Family fue un dúo formado por Javier Aramburu e Iñaki
Gametxogoikoetxea. Juntos desde 1983 mediante el grupo La Insidia,
compartido junto al periodista Ricardo Aldarondo, no llegarían a
publicar ningún disco durante su lustro de vida. Claramente
influenciados por Décima Víctima en sus comienzos, en 1989 Javier e
Iñaki pegan un cambio de rumbo bajo un nuevo nombre: El Joven
Lagarto. En esta mutación se acompañan por la vital producción de
Javier Pez - Parafunk -, junto al que grabarán una maqueta acústica
con todos los cortes que darán vida al posterior “Un Soplo en el
Corazón” (1993). En esta primera prueba física de su música ya
se dan la mayoría de las claves de lo que hará de Family uno de los
grandes grupos de la historia: Ecos de New Order, la influencia de
Las Aventuras de Kirlian y una habilidad asombrosa por trazar
melodías de una sensibilidad subyugante se convertirán en los
mimbres a través del que su leyenda cogerá verdadera forma con su
maqueta, “Octubre 1991”. Ya como Family, conocen a Fangoria
quienes, quedando gratamente sorprendidos con su música de
terciopelo, deciden llevárselos de teloneros en su gira de 1992,
grabar a medias el single el single homenaje a Décima Víctima “El
signo de la cruz” y prestarles su estudio de grabación, desde el
que en 1993 nacerá su único disco: “Un Soplo en el Corazón”.
Ríos de tinta han
corrido sobre este disco. Siempre adjetivada de la mejor manera
posible, el álbum de Family lo que realmente necesitaría es un
diccionario paralelo repleto de vocablos inventados con
significaciones más generosas de lo habitual. Todo por acercarse a
su imposible descripción en palabras mediante las que en los
próximos párrafos intentaré desentrañar el misterio, que siempre
irradia el arte en estado puro, provocado por artilugios tan
excepcionales como éste.
Como dos androides con
corazón infiltrados entre la especie humana haciendo informes sobre
el comportamiento, miedos, recuerdos, amores y sueños de ésta,
Javier e Iñaki encuentran la clave secreta de la “perfección”
en catorce giros maestros, que destilan las pequeñas y grandes
decisiones de la vida, y ante los que es imposible no sentirse
identificado en alguno de ellos.
Tantas canciones como
clásicos, escoger las más destacadas entre este semillero de pop,
filtrado por los caminos más embriagadores de la epidermis, se hace
solo decisión personal de quien lo escuche: la ruptura de “Yo te
perdí una tarde de Abril”; el doloroso viaje de “El Mapa” ´-
esta parece sacada de “Un Hombre Solo” (1984), el clásico de
Décima Víctima -; el escapismo de “Viaje a los sueños polares”;
el amor platónico de “Al otro lado”. No hay ser en este planeta
que no haya pasado por alguna de las situaciones descritas por el
tono neutro de la hiper fibrosa voz de Javier. Y aquí está
precisamente la grandeza de esta obra atemporal a la altura de lo
mejor de mitos como Vainica Doble y Surfin Bichos: El provocar al
oyente a encontrarse más cerca de sí mismo, mejor.
Estamos delante de un
disco que no solo consigue emocionar durante su embriagador trayecto,
sino que también actúa como medicina del corazón y voz interior
que ayuda a alimentar una melancolía sana, esperanzadora. Melancolía
que se instala en los recovecos más evocadores del subconsciente,
rescatando momentos del diario personalizado de cada uno de los que
los escuchan.
Disueltos al poco
tiempo de tamaño esfuerzo, nadie sabe exactamente las razones de una
desaparición tan misteriosa como el secreto de su música. Después
de haber construido el faro guía del pop español, la leyenda no
había hecho más que echar a rodar.
Con
un legado reducido a un único lp de título sacado en honor a la
reveladora película de Louis Malle, “Un Soplo en el Corazón”
tuvo una trascendencia que no ha dejado de crecer desde el feliz día
que salió a la calle. Mejor disco de los ’90 y uno de los veinte
mejores del siglo según la Rockdelux, este clásico fue profeta en
su tierra, siendo uno de los rastros más distinguibles de la plana
mayor del “Donosti Sound” - La Buena Vida, Le Mans -. Además de
su evidente influencia en este género musical, su huella vital
provocaría obras tan sorprendentes como “El Artista Adolescente”
(2001) de Dar Ful Ful, algo así como su hermano pequeño. Inspirador
de otros discos tan importantes como el “Popemas” (2000) de
Nosotrash, “Impermeabilizado” (2001) de Carlos Berlanga o parte
del discurso musical de Klaus & Kinski y La Bien Querida, el mito
de Family no ha dejado de crecer y crecer desde que pusieron punto y
final a una de las carreras más cortas e intensas del pop español y
con la que incluso acabarían por superar en logros artísticos a
Décima Víctima, su máxima inspiración.
Para certificar todo
esto, no se me ocurre mejor manera que recordar el disco homenaje
hecho por 14 artistas distintos interpretando cada uno de sus
canciones. Bandas tan significativas como Los Planetas, Chucho,
Parade y Astrud participarían en el mismo volviendo a aumentar el
mono por una posible reunión que se ha hecho tan esperada como la de
My Bloody Valentine a nivel internacional.
Disueltos al poco
tiempo de la publicación de su único lp, nadie sabe exactamente las
razones de una desaparición tan misteriosa como el secreto de su
música.
Mientras esperamos lo
imposible, Javier sigue con su trabajo como diseñador de portadas
más respetado de nuestro país y a Iñaki Gametxogoikoetxea ya no se
le encuentra ni con un GPS de última generación. Una pena, de las
grandes, y más teniendo en cuento el enorme vacío imposible de
llenar que dejaron. Pero bueno, el único consuelo que nos queda es
saber que cualquier intento por igualar esta obra inmortal siempre
sería fallido. Mientras pensamos esto, que mejor que seguir
arropándonos con canciones como “Nadadora” y “Martín se ha
ido para siempre” para pasar este permanente mal trago.
publicado en www.indie-spain.com/
HIMNOS EN LA NEVERA: Los Claveles "Nacional 42"
"Historias de extrarradio", Los Claveles dan con este postal de pop chulesco las claves de su corpus musical, uno de los más sustanciosos a las orillas de la meseta.
domingo, 14 de octubre de 2012
IBERIA EMERGIDA: Los Claveles "Mesetario"
Si hace unas semanas
relatábamos las bondades expuestas por Prisma en Llamas y
Atomizador, dos bandas procedentes desde la capital de España, ahora
le llega el turno a Los Claveles, otra muestra de la
plaga de talento con la que últimamente nos están contaminando
desde el subsuelo madrileño.
Reponiéndose a la
trágica muerte de su batería, Sergio Grulla, surge “Mesetario”
como el mejor tributo posible a su persona. Un tratado irresistible
de pop, punk y post-punk a través del que conviven en perfecta
armonía salivazos de gusto anglosajón: a lo buzzcocks - “La
Pena Negra” y “Unidad de Quemados” -; radiografías
de los Talking Heads - “Acertijo” - y los Joy Division más
terrenales - “Estafas” - junto a ecos de lo más granado
del legado musical patrio, como Surfin’ Bichos - “Relicario”
-; Loquillo y los Trogloditas - “La Ruta Destroy” - y
Alaska y los Pegamoides - “Mesetario” -. Inevitables
muestras del ADN por el que desprenden su discurso musical, lo mejor
del caso, es que la autenticidad y sencillez con la que lo ejecutan
hace que se diluyan en volutas de humo sus evidentes referentes. A
esto, también ayuda la personalidad con la que retumba el bajo
metronómico de Santos y los punteos agridulces y desenfadados que se
escapan de la guitarra Marcos, filtrándose en la piel como una
calcomonía indeleble.
Tema aparte ya son las
letras, de las que no se olvidan ni a guantazo limpio. Revelador el
tratado de la actualidad que desprenden bombas con la mecha gorda de
“Estafas” o “Santos el Suave”, esta última es
para escuchar con el orinal a mano, por si las moscas: Retratos de
una España de extrarradio, perfilados con un humor de retorcido
costumbrismo, codificado a través de la rutina vital de una juventud
desencantada pero completamente integrada en el desolador panorama
actual, de ese que no sale en los telediarios y ridiculizan en
Callejeros, y más negro que el bigote de Aznar. Con Marcos como
maestro de ceremonias, y su voz de colega de litrona, las canciones
de Los Claveles transmiten una plena identificación con su mensaje
que no es, precisamente, agradable, como suele decirse en casos
donde uno consigue sentirse hermanado con lo escuchado. Y esto es
bueno, y necesario, para los tiempos que corren. Ellos lo saben, y lo
han clavado en once sobresalientes giros que se bifurcan por la
carretera que bordea los barrios de esas ciudades dormitorio donde la
vida transluce a través de las arrugas de sus “mesetarios”, sin
papeles, camellos, poligoneros y ancianos, viejos y jóvenes.
Culminación
de cuatro años repletos de genio, “Mesetario” certifica
todo lo mostrado en sus anteriores publicaciones en formato pequeño
- “Nacional 42” y “Tanatorio”,
ambos de 2010 y “Los Claveles” (2009) -, depurando
el encantador lo-fi destartalado de éstas y elevándolos al nivel
de una de las propuestas más importantes de la actualidad.
Solo nos queda esperar
que Marcos y Santos consigan salir adelante y hacer que Los Claveles
no se quede en el mito gracias a nuevos discos que, visto lo visto,
los vamos a necesitar, y mucho.
Publicado en
elenanorabioso.com
martes, 25 de septiembre de 2012
HIMNOS EN LA NEVERA: Dinosaur Jr "Just like heaven"
Pero que bueno era el cabrón de Mascis! ¿La mejor versión de la historia? Una de ellas, seguro. La magia pop luminosa de Robert Smith fagocitada por un riff Luciferiano que marca la frontera entre un volcan de magma calcinado y el sueño de los hermosos vencidos. Toma flipa-dura!!
VERSUS: Bob Mould "Silver Ages" / Dinosaur Jr "I Bet on Sky"
Hola Frikis, indies y demás especies amantes del auténtico rugido. Desde hoy comienza una nueva sección con la idea confrontar discos que en su momento provocaron diferentes posturas entre las hordas melómanas. Historias de egos, odios, superación, no se me ocurre mejor manera que visualizar la crónica del pop a través de los sentimientos más primarios: los que realmente levantan pasiones.
Para abrir boca, que mejor que echar un vistazo a nuestro alrededor y proponer un duelo que significa, en la actualidad, el reencuentro entre dos viejos conocidos con tres décadas de carreras paralelas a sus espaldas llenas de relámpagos, más buenos que malos. A disfrutarlo toca.
Para abrir boca, que mejor que echar un vistazo a nuestro alrededor y proponer un duelo que significa, en la actualidad, el reencuentro entre dos viejos conocidos con tres décadas de carreras paralelas a sus espaldas llenas de relámpagos, más buenos que malos. A disfrutarlo toca.
Mitos inconfundibles del
underground americano de los ’80, J. Mascis y Bob Mould vuelven al ruedo para
hacer verídico el dicho de “Los viejos rockeros nunca mueren”
Mal anda el patio del noise-rock cuando
la hornada más sobresaliente de los últimos años casi se reduce a los prometedores
Yuck y Cloud Nothings, más los tremendos
No Age. Chungo, la verdad. Menos mal que contamos con dos tipos como Mould y
Mascis con tres décadas de experiencia a sus espaldas, y ante los que paso del
tiempo solo les viene a recordar que los michelines van apretando y dentro de
poco se tendrán que comprar el Grecian 2000 para las canas.
Como si se tratase de un duelo en
la cumbre, parece que Mascis y Mould se han puesto de acuerdo hasta en la
salida de sus nuevos Lps con solo un margen de dos semanas de diferencia. De
esta manera, y desde dinámicas totalmente opuestas, Mascis viene propulsado por
el hecho de haber sacado dos de los mejores discos de su carrera, a raíz de su
sorprendente renacimiento con Dinosaur Jr - “Beyond”
(2007) y “Farm” (2009) -, mientras
Mould toma un nuevo giro cambiando de discográfica y apoyándose en su brillante
pasado mediante la reedición de toda su obra con Sugar y una necesaria
biografía sobre su figura.
Haciendo un repaso de sus últimos
logros, cualquiera con dos dedos de frente apostaría por el genio de
Massachusetts. Sin embargo, con lo que pocos contaban a estas alturas de la
película es que a Mould le sentara tan bien haber superado el medio siglo de
vida.
Sin nada que demostrar, y solo
teniendo que hacer lo que lo pide el cuerpo, Mould debe ir con un subidón de
narices para plantarse en su debut con Merge records y ensamblar su disco más
inspirado, directo y agresivo desde su sobresaliente Lp homónimo de 1996. Como
si se hubiera tomado un chupito de mala hostia, Mould se impulsa en una
poderosa base rítmica formada por Jason Narducy - Telekinesis - y Jon Wurster -
Superchunk - y afila en piedra pómez los demoledores riffs provenientes de su
guitarra, dando con algunos de los momentos más sembrados de su discografía en
solitario - “Silver age”, “First time joy” y sobre todo la impresionante “The
Descent” -.
Fusionando, como solo él sabe
hacerlo, melodías azucaradas llenas de brío con un torbellino incontrolable de
escaladas eléctricas, Mould no llega en “Silver age” a la altura de sus obras
maestras con Hüsker Dü y Sugar. Lo que si consigue, es que volvamos a confiar
en su habilidad para sacarse de la chistera himnos de power-pop como los que
lleva fabricando a granel desde hace más de un cuarto de siglo, ya sea solo o
acompañado. Y eso es mucho, muchísimo.
Desde la otra punta del antiguo
Olimpo underground, Mascis, Barlow y Murph han conseguido hacer otro disco de
esos que contagian la falta de pretensiones provocada por el buen recibimiento
que tendrán, sí o sí, mientras recuerden mínimamente a su glorioso pasado
reciente. Tanta relajación esta vez no
es que les haya jugado una mala pasada, pero si que a partir del arrollador
binomio - “Don’t pretend you didn’t know” y el single “Watch The Corners” - que
inaugurá “I Bet on Sky” empiezan a
caer en la redundancia de sus patrones sonoros para provocarnos un poco la
sensación de conocer lo que va a pasar en cada momento.
Un viaje que no por conocido deja de ser excitante, a lo largo de éste Mascis
vuelve a gustarse sacando petróleo de sus dedos mágicos, siendo capaz de arreglar
cualquier tipo de entuerto que se acerque peligrosamente al sopor - “I know it
oh so well” y “See i ton your side”. Tirando de su molde de medio tiempo de
corte “Crazy horse”, Mascis deja que Barlow le imprima una marcha más en “Rude”
y “Recognition”, dos de los mejores momento de todo el lote, para llegar al Notable
raspado.
Después de diez asaltos a hostia
limpia, la decisión unánime es que “I Bet
On Sky” pierde a los puntos ante lo nuevo de Bob Mould pero no decepciona,
lo cual ya es suficiente. Porque, seamos sinceros, tanto en un caso como en el
otro, nadie ya se espera un nuevo “Bug”
(1988) ni un “New Day Rising” (1985)
que vuelva a dejarnos con los pies un palmo por encima del suelo. Para eso, mejor
aprovechar que están de gira, que es lo que realmente interesa: Regresar al tembleque y los puños cerrados mientras nos
pellizcamos cuando regresan del pasado “Freak Scene”, “Chartered Trips” o “I
aplogize” a dejarnos la patata haciendo el pino. Y que nadie me hable de
nostalgia, por favor.
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