Cuarteto liderado por Piotr
Fijalkowsli, que brilló con luz propia en el ocaso de la escena shoegazer
post-Loveless, Adorable serían uno de los estandartes más visibles de Creation durante
sus años más productivos- 1992-93 -. Por cuestiones temporales Adorable no se llevaron
el merecido trozo del pastel que engullirían Ride, Pale Saints y compañía con
hambre voraz. Una pena. Aún así, tendrían sus quince minutos de fama con sus
primeros singles - su debut en corto, “Sunshine smile” llegaría a ser
single de la semana - antes de llevarse un chasco, debido a las expectativas
comerciales creadas con su fantástica puesta en largo, el mas que
reivindicable “Against perfection” (1993). Originarios de Coventry, Adorable pertenecían a una pequeña facción de shoegazers menos planeadores - más carnosos
y terrenales - abanderada por los fenomenales Kitchen of Distinction - no en
vano, las voces de Fijalkowski y Patrick Fitzgerald compartían esa potencia
preñada de poesía que los hacía parecer como unos primos lejanos salvajes de
Ian McCulloch -.
En este disco, capitaneado por la
apabullante “Homeboy” - también presente en el posterior “Against
perfection” - se perfilan las pautas estilísticas del grupo con
brillantez y concisión, en apenas tres movimientos preclaros de noise pop repleto
de vísceras y corazón. Entre los pálpitos de esta válvula inquebrantable de
ruido blanco surge una maraña de
electricidad, guiada por el bajo kamikaze de Stephen Will’ Williams a lo largo
de subidas de contundencia intimidante en la titular del disco.
Una jungla de guitarras perturbadas con pianos disonantes de fondo - “Pilot” -, y la falsa placidez inicial de “Contented eye”, la cual acaba como el rosario de la aurora - en una escalada final de vértigo a lomos de las seis cuerdas dirigida del propio Fijalkowski y su segundo de a bordo Robert Dillam - acaban por redondear este pequeña gran exquisitez viciada de tormentas de ruido melódico.
Una jungla de guitarras perturbadas con pianos disonantes de fondo - “Pilot” -, y la falsa placidez inicial de “Contented eye”, la cual acaba como el rosario de la aurora - en una escalada final de vértigo a lomos de las seis cuerdas dirigida del propio Fijalkowski y su segundo de a bordo Robert Dillam - acaban por redondear este pequeña gran exquisitez viciada de tormentas de ruido melódico.
Olvidados miserablemente con el
paso inevitable del tiempo, sus discos siguen siendo hoy en día platos de buen
gusto. Muy buen gusto.
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